jueves, 24 de mayo de 2018

Diga cuáles recursos literarios se utilizan en cada una de estas expresiones. (Prosopopeya, retinencia, metáfora, paradoja, símil, antítesis, epíteto, anáfora, asíndeton, polisíndeton, reduplicación, hipérbole)


Clasifica  estas expresiones según su recurso literario: retinencia, prosopopeya, metáfora, ironía, antítesis, símil o comparación, hipérbole, paradoja, imprecación, reduplicación, asíndeton, polisíndeton, anáfora, epíteto.

a)    Amo la verde hierba, el fresco viento.
b)    Llegué, vi, vencí, corrí, descansé.
c)    Llévame contigo, aunque sea de vacación,
Llévame contigo, aunque sea de chaperón.
d)    Hay un palacio y un río y un lago y un puente viejo.
e)    Frío, frío, como el agua del río.
f)     Dime si mastico el verde menta de tu voz.
g)    Te regalo el mar, te regalo las estrellas.
h)   Estas tan lejos y tan cerca.
i)     Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido. 
j)      Te vas cuando te quedas.
k)    El viento de la noche gira en el cielo y canta.
l)     Eres como una hormiguita que me besa y me pica.
m)  Ojalá por lo menos que te lleve la muerte.
n)   Soy tan inteligente que a veces no entiendo una palabra.
o)    Los que salen a trabajar, viven más que los vagos.
p)    Cuanto más damos, más recibimos.
q)    No hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero.
r)     El rascacielos acariciaba las nubes bajas.
s)    La tarde caía como una losa gris.
t)     Las ventanas abrían sus párpados a la aurora.
u)   Nacer es empezar a morir.
v)    El sol era un pan de oro entre las palmeras.
w)   Un libro es un pozo de letras ordenadas.
x)    Las paredes de la casa me gritan tu ausencia.
y)    De tal palo…

martes, 22 de mayo de 2018

Cuentos cortos


OLOR A CEBOLLA (Camilo José Cela)

 Estaba enfermo y sin un real, pero se suicidó porque olía a cebolla.
-Huele a cebolla que apesta, huele un horror a cebolla.
-Cállate, hombre, yo no huelo nada, ¿quieres que abra ventana?
-No, me es igual. El olor no se iría, son las paredes las que huelen a cebolla, las manos me huelen a cebolla.
La mujer era la imagen de la paciencia.
-¿Quieres lavarte las manos?
-No, no quiero, el corazón también me huele a cebolla.
-Tranquilízate.
-No puedo, huele a cebolla.
-Anda, procura dormir un poco.
-No podría, todo me huele a cebolla.
-Oye, ¿quiéres un vaso de leche?
-No quiero un vaso de leche. Quisiera morirme, nada más que morirme muy de prisa, cada vez huele más a cebolla.
-No digas tonterías.
-¡Digo lo que me da la gana! ¡Huele a cebolla!
El hombre se echó a llorar.
-¡Huele a cebolla!
-Bueno, hombre, bueno, huele a cebolla.
-¡Claro que huele a cebolla! ¡Una peste!
La mujer abrió la ventana. El hombre, con los ojos llenos de lágrimas, empezó a gritar.
-¡Cierra la ventana! ¡No quiero que se vaya el olor a cebolla!
-Como quieras.
La mujer cerró la ventana.
-Oye, quiero agua en una taza; en un vaso, no.
La mujer fue a la cocina, a prepararle una taza de agua a su marido.
La mujer estaba lavando la taza cuando se oyó un berrido infernal, como si a un hombre se le hubieran roto los dos pulmones de repente.
El golpe del cuerpo contra las losetas del patio, la mujer no lo oyó. En vez sintió un dolor en las sienes, un dolor frío y agudo como el de un pinchazo con una aguja muy larga.
-¡Ay!
El grito de la mujer salió por la ventana abierta; nadie le contestó, la cama estaba vacía.
Algunos vecinos se asomaron a las ventanas del patio. -¿Qué pasa?
La mujer no podía hablar. De haber podido hacerlo, hubiera dicho:
-Nada, que olía un poco a cebolla.

EL NIÑO LADRÓN Y SU MADRE (Fábula de Esopo)

Un niño robaba en la escuela los libros de sus compañeros y, como si tal cosa fuese buena, se los llevaba a su madre, quien, en vez de corregirlo, aprobaba su mala acción.

En otra ocasión robó un reloj que asimismo entregó a su madre. Ella también aceptó el robo. Así pasaron los años y el joven se transformó en un ladrón peligroso.

Mas un día, cogido en el momento de robar, le esposaron las manos a la espalda y lo condujeron a la cárcel, mientras su madre lo seguía, golpeándose el pecho. El ladrón llamó a su madre para decirle algo al oído, pero al acercarse el hijo, de un mordisco, le arrancó el lóbulo de la oreja.

Recriminando la madre su acción, le dijo:

–¡No conforme con tus delitos, terminas por herir a tu propia madre!
A lo cual el hijo replicó:

–Si la primera vez que te llevé los libros que robé en la escuela me hubieras corregido, hoy no me encontraría en esta lamentable situación.

EL NEGOCIO DE DOÑA HORMIGA (Juan Bosch)

Desde que llegó el invierno, doña Hormiga se metió en su casa con sus hijas a comer, a engordar y a pensar en qué harían cuando llegase la primavera.
Resolvieron poner una zapatería cuando empezaran los días buenos.
Alquilaron una tienda en la calle El Conde y todo el mundo se quedó asombrado cuando abrieron su comercio.
La tienda estaba llena de zapatos desde el piso hasta el techo.
Eran zapatos criollos, mejores que todos los zapatos extranjeros que se vendían en la calle.
Cuando pasaron meses, pensó que el material se pudriría, lo que habría ocurrido si los zapatos no hubiesen sido criollos y lloró muchísimo.
Al tercer mes, apenada porque sus hijas, jovencitas en edad de lucir, no podían comprar ropa, y porque el casero, que era un perro al que las malas pulgas lo tenían siempre de mal humor, la amenazó con botarla.
Lloró tanto que parecía que se había roto una cañería del acueducto.
Sus hijas lloraron también.
¿Perderían su preciosa zapatería fruto de un año de laboriosidad y de ahorro y única esperanza de toda la familia?
Pero cuando más lloraban llegó la señora doña Ciempiés con cinco hijas y dos hijos pequeños a comprar zapatos.
¡Y doña Hormiga vendió la tienda entera!
Cada uno de sus inesperados clientes necesitaba cien zapatos.

Este fue el negocio de doña Hormiga, que se hizo rica en una hora como premio a toda una vida de trabajo y de confianza en el porvenir y todos los demás comerciantes de la calle El conde: turcos, españoles e italianos se murieron de envidia.

Los que hay ahora vinieron después.


EL OTRO YO (Mario Benedetti)

Se trataba de un muchacho corriente: en los pantalones se le formaban rodilleras, leía historietas, hacía ruido cuando comía, se metía los dedos a la nariz, roncaba en la siesta, se llamaba Armando Corriente en todo menos en una cosa: tenía Otro Yo.
El Otro Yo usaba cierta poesía en la mirada, se enamoraba de las actrices, mentía cautelosamente , se emocionaba en los atardeceres. Al muchacho le preocupaba mucho su Otro Yo y le hacía sentirse incómodo frente a sus amigos. Por otra parte el Otro Yo era melancólico, y debido a ello, Armando no podía ser tan vulgar como era su deseo.
Una tarde Armando llegó cansado del trabajo, se quitó los zapatos, movió lentamente los dedos de los pies y encendió la radio. En la radio estaba Mozart, pero el muchacho se durmió. Cuando despertó el Otro Yo lloraba con desconsuelo. En el primer momento, el muchacho no supo que hacer, pero después se rehízo e insultó concienzudamente al Otro Yo. Este no dijo nada, pero a la mañana siguiente se había suicidado.
Al principio la muerte del Otro Yo fue un rudo golpe para el pobre Armando, pero enseguida pensó que ahora sí podría ser enteramente vulgar. Ese pensamiento lo reconfortó.
Sólo llevaba cinco días de luto, cuando salió la calle con el propósito de lucir su nueva y completa vulgaridad. Desde lejos vio que se acercaban sus amigos. Eso le lleno de felicidad e inmediatamente estalló en risotadas. Sin embargo, cuando pasaron junto a él, ellos no notaron su presencia. Para peor de males, el muchacho alcanzó a escuchar que comentaban: “Pobre Armando. Y pensar que parecía tan fuerte y saludable”.
El muchacho no tuvo más remedio que dejar de reír y, al mismo tiempo, sintió a la altura del esternón un ahogo que se parecía bastante a la nostalgia. Pero no pudo sentir auténtica melancolía, porque toda la melancolía se la había llevado el Otro Yo.



jueves, 17 de mayo de 2018

Análisis del cuento “La Mujer” (Juan Bosch)

 La Mujer

La carretera está muerta. Nadie ni nada la resucitará. Larga, infinitamente larga, ni en la piel gris se la ve vida. El sol la mató; el sol de acero, de tan candente al rojo, un rojo que se hizo blanco, y sigue ahí, sobre el -lomo de la carretera.
Debe hacer muchos siglos de su muerte. La desenterraron hombres con picos y palas. Cantaban y picaban; algunos había, sin embargo, que ni cantaban ni picaban Fue muy largo todo aquello. Se veía que venían de lejos: sudaban, hedían. De tarde el acero blanco se volvía rojo; entonces en los ojos de los hombres que desenterraban la carretera se agitaba una hoguera pequeñita detrás de las pupilas.
La muerta atravesaba sabanas y lomas y los vientos traían polvo sobre ella. Después aquel polvo murió también y se posó en la piel gris.
A los lados hay arbustos espinosos. Muchas veces la vista se enferma de tanta amplitud. Pero las planicies están peladas. Pajonales, a distancia. Tal vez aves rapaces coronen cactos. Y los cactos están allá, más lejos, embutidos en el acero blanco.
También hay bohíos, casi todos bajos y hechos con barro. Algunos están pintados de blanco y no se ven bajo el sol. Sólo se destaca el techo grueso, seco, ansioso de quemarse día a día. Las canas dieron esas techumbres por las que nunca rueda agua.
La carretera muerta, totalmente muerta, está ahí, desenterrada, gris. La mujer se veía, primero, como un punto negro, después, como una piedra que hubieran dejado sobre la momia larga. Estaba allí tirada sin que la brisa le moviera los harapos. No la quemaba el sol; tan sólo sentía dolor por los gritos del niño. El niño era de bronce, pequeñín, con los ojos llenos de luz, y se agarraba a la madre tratando de tirar de ella con sus manecitas. Pronto iba la carretera a quemar el cuerpo, las rodillas por lo menos, de aquella criatura desnuda y gritona. La casa estaba allí cerca, pero no podía verse.
A medida que se avanzaba crecía aquello que parecía una piedra tirada en medio de la gran carretera muerta. Crecía, y Quico se dijo: Un becerro, sin duda, estropeado por auto.
Tendió la vista: la planicie, la sabana. Una colina lejana, con pajonales, como si fuera esa colina sólo un montoncito de arena apilada por los vientos. El cauce de un río; las fauces secas de la tierra que tuvo agua mil años antes de hoy. Se resquebrajaba la planicie dorada bajo el pesado acero transparente. Y los cactos, los cactos coronados de aves rapaces.
Más cerca ya, Quico vio que era persona. Oyó distintamente los gritos del niño.
El marido le había pegado. Por la única habitación del bohío. Caliente como horno, la persiguió, tirándola de los cabellos y machacándole la cabeza a puñetazos.
-¡Hija de mala madre! ¡Hija de mala madre! ¡Te voy a matar como a una perra, desvergonzada!
-Pero si nadie pasó, Chepe: nadie pasó -- quería ella explicar.
-¿Qué no? ¡Ahora verás! Y volvía a golpearla.
El niño se agarraba a las piernas de su papá, no sabía hablar aún y pretendía evitarlo. El veía la mujer sangrando por la nariz. La sangre no le daba miedo, no, solamente deseos de llorar, de gritar mucho. De seguro mami moriría si seguía sangrando.
Todo fue porque la mujer no vendió la leche de cabra, como él se lo mandara; al volver de las lomas, cuatro días después, no halló el dinero. Ella contó que se había cortado la leche; la verdad es que la bebió el niño. Prefirió no tener unas monedas a que la criatura sufriera hambre tanto tiempo.
Le dijo después que se marchara tanto tiempo.
-¡Te mataré si vuelves a esta casa!
La mujer estaba tirada en el piso de tierra ¡sangraba mucho y nada oía. Chepe, frenético, la arrastró hasta la carretera. Y se quedó allí, como muerta, sobre el lomo de la gran momia.
Quico tenía agua para dos días más de camino, pero la gastó en rociar la frente de la mujer. La llevó hasta el bohío, dándole el brazo, y pensó en romper su camisa listada para limpiarla de sangre.
Chepe entró por el patio.
-¡Te dije que no quería verte más aquí, condenada!
Parece que no había visto al extraño. Aquel acero blanco, transparente, le había vuelto fiera, de seguro. El pelo era estopa y las córneas estaban rojas.
Quico le llamó la atención; pero él, medio loco, amenazó de nuevo a su víctima. Iba a pegarla ya. Entonces fue cuando se entabló la lucha entre los dos hombres.
El niño pequeñín, pequeñín, comenzó a gritar otra vez; ahora se envolvía en la falda de su mamá.
La lucha era silenciosa. No decían palabra. Sólo se oían los gritos del muchacho y las pisadas violentas.
La mujer vio cómo Quico ahogaba a Chepe: tenía los dedos engarfiados en el pescuezo de su marido. Este comenzó por cerrar los ojos; abría la boca y le subía la sangre al rostro.
Ella no supo qué sucedió, pero cerca, junto a la puerta, estaba la piedra; una piedra como lava, rugosa, casi negra, pesada. Sintió que le nacía una fuerza brutal. La alzó. Sonó seco el golpe. Quico soltó el pescuezo del otro, luego dobló las rodillas, después abrió los brazos con amplitud y cayó de espaldas, sin quejarse, sin hacer un esfuerzo.
La tierra del piso absorbía aquella sangre tan roja, tan abundante. Chepe veía la luz brillar en ella.
La mujer tenía las manos crispadas sobre la cara, todo el pelo suelto y los ojos pugnando por saltar. Corrió. Sentía flojedad en las coyunturas. Quería ver si alguien venía. Pero sobre la gran carretera muerta, totalmente muerta, sólo estaba el sol que la mató. Allá, al final de la planicie, la colina de arenas que amontonaron los vientos. Y cactos embutidos en el acero.  

Análisis literario

1-      Tipo de titulo: El título es literal, porque exactamente el cuento habla de una mujer o, de forma general, a todas las mujeres. 

2-      Bio-biografía del autor:
Juan Bosch
(La Vega, 1909 - Santo Domingo, 2001) Político y escritor dominicano. Cuando Trujillo alcanzó la presidencia del país en 1930, Bosch fue acusado de conspiración contra el nuevo régimen y pasó algún tiempo encarcelado. Recuperada la libertad, ingresó como empleado en la Oficina Nacional de Estadística, pero en 1937 renunció a su puesto y abandonó la República Dominicana para instalarse en Puerto Rico.

Allí se unió a la lucha antitrujillista y junto a otros exiliados fundó el Partido Revolucionario Dominicano (PRD) en 1939. Viajó a Cuba y en la isla desarrolló una actividad política de gran relevancia que le llevó a ocupar el cargo de secretario particular del presidente Prío Socarrás. Cuando en 1959 la revolución castrista llegó a La Habana, Bosch abandonó Cuba y se instaló en Costa Rica.

Confirmado el asesinato del dictador Trujillo en una emboscada, Bosch regresó a su país en octubre de 1961 y dedicó sus esfuerzos a impulsar el desarrollo del Partido Revolucionario Dominicano, con el que acudió a la cita electoral de 1962 y consiguió proclamarse presidente de la República. Tomó posesión de la más alta magistratura del país el 27 de febrero de 1963 y, con el apoyo del Partido Comunista, abrazó un ambicioso programa de reformas. La Iglesia y la embajada de Estados Unidos encabezaron entonces una dura campaña de oposición a su programa que, siete meses después, provocó la caída de Bosch y la asunción del poder por parte de un triunvirato militar.

Deportado a Puerto Rico, mantuvo contacto permanente con las fuerzas políticas de su partido y buscó apoyo militar en los sectores jóvenes del ejército para orquestar un movimiento armado contra el gobierno golpista dirigido por Reid Cabral. El levantamiento en los cuarteles se transformó el 24 de abril de 1965 en una revuelta popular que provocó la inmediata intervención militar de los Estados Unidos. La contienda, en la que perdieron la vida más de cinco mil dominicanos, terminó con un acuerdo negociado que instauró en el Palacio Nacional al gobierno provisional de García Godoy en septiembre de aquel mismo año.

En 1966, Bosch volvió a presentarse a las elecciones presidenciales, pero cayó derrotado ante Joaquín Balaguer. Al iniciarse la década de 1970, retomó la iniciativa política con la fundación del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), formación de inspiración marxista con la que acudió a las citas electorales de 1978, en las que apenas consiguió respaldo popular, y de 1982, año en el que obtuvo seis diputados en el parlamento dominicano y el control municipal en más de veinte ayuntamientos del país. Los comicios de 1986 significaron un nuevo espaldarazo para Bosch y su partido contabilizó 16 escaños, aunque la victoria cayó nuevamente del lado de su viejo enemigo político y líder del Partido Reformista, Joaquín Balaguer.

Cuatro años más tarde, ambos adversarios volvieron a competir en las urnas para ocupar el Palacio Nacional y, una vez más, Bosch quedó apartado de la presidencia en un proceso marcado por las irregularidades. Su último intento de tomar el poder llegó en 1994 y fracasó de nuevo en unos comicios que los observadores internacionales denunciaron como fraudulentos. La crisis política desatada tras las elecciones provocó una reforma constitucional que limitaba a dos años el nuevo mandato de Balaguer y prohibía expresamente la reelección presidencial.

Juan Bosch fue un apasionado de las letras desde su juventud y cultivó la disciplina literaria en forma de cuentos y relatos breves para introducirse, después, en el género de la novela. Su abundante obra, escrita dentro y fuera del país, recoge entre otros asuntos la realidad sociocultural de los campos dominicanos, sus conflictos y sus luchas.

Bosch es autor de la novela criolla La mañosa (1936), de ambientación rural, pero se destaca especialmente como autor de los relatos breves Camino real (1933), Indios (1935), Dos pesos de agua (1941), Ocho cuentos (1947), La muchacha de la Guaira (1955), Cuentos escritos en el exilio y apuntes sobre el arte de escribir cuentos (1962) y Más cuentos escritos en exilio (1966). Entre sus obras históricas y políticas destacan títulos como Trujillo: causas de una tiranía sin ejemplo (1961), Composición social dominicana (1978) y La guerra de la Restauración (1982), entre otros.

3-      Tema principal.

El tema de esta obra se centraliza en las miserias y necesidades de una familia campesina. Tal necesidad generó la violencia del marido contra su mujer, a la cual golpea dejándola casi por muerta tirada al borde la carretera.

4-      Argumentación:

Todo se desarrolla en una comunidad campesina muy pobre y aislada donde la tierra es árida y poco productiva, lo que agravaba la producción económica de los moradores de esa comarca. El marido de la mujer de nombre Chepe, sale de su casa para la loma donde tenía conucos. Al despedirse dice a su mujer, con la cual tenía un hijo, que venda la leche de cabra y le guarde el dinero para cuando regrese. Por la precariedad y la carencia de alimento para el niño, la mujer decide dar la leche como alimento al niño para no dejarlo morir de hambre. Cuando regresa chepe a los tres o cuatro días, pide a su mujer el dinero de la venta de la leche. Ésta le contestó que no lo tenía porque la leche se había cortado.

Inmediatamente le entró a golpes de una manera violentísima, al extremo de golpearla con tanta rudeza y la tiró al borde de la carretera dejándola casi muerta y sangrando por boca y nariz. En esos momentos se acercaba un hombre llamado Quico, y auxilio a la mujer al verla en el estado que estaba; la llevó a la casa, y allí trató de ayudarla. Pero Chepe su marido, volvió, y al encontrarla en la casa, volvió a golpearla y a echarla de la casa. Como fue en presencia de Quico, se abalanzó contra Chepe, y tomándolo por el cuello lo asfixiaba con una fiereza tal que ya casi se moría Chepe. La mujer al ver a su marido casi muerto tomó una piedra y golpeo bruscamente a Quico en la cabeza, cayendo de rodillas y luego bruscamente al suelo donde dejaba un charco de sangre y no se movió más. Así la mujer pagó a Quico, a quien la defendió para que Chepe, su marido no la matara.

El sentimiento de la mujer por su marido Chepe estaba por encima de toda la circunstancia al extremo de que siendo tal maltratada, prefirió atacar a quien la defendía de la violencia de su esposo, porque estuvo a punto de ser muerto por Quico, quien defendía dicha mujer. Por tanto el mensaje podría ser: en pleito de marido y mujer, quien se entremete en ellos, saldrá perjudicado.

5-      Personajes principales y secundarios con sus características.

CHEPE: agricultor, marido de la mujer con la que tenía un hijo, se ausentaba del hogar para trabajar la tierra por algunos días. Tenían algunas cabras, de las cuales vendía su leche. Chepe era muy violento.

LA MUJER: compañera de Chepe, era sumisa y fiel a su marido, y a su vez capaz de todos los sacrificios.

EL NIÑO: muy pequeño, lloraba desesperado al ver su madre siendo maltratada.

QUICO: quien llega a la comarca en el momento en el que la mujer ha recibido una golpiza de su marido. Trata de ayudarla, y al ver al Chepe que trata de golpearla nuevamente, Quico se pelea cuerpo a cuerpo con Chepe, pero Quico es atacado por la mujer de Chepe, y quien al parecer muere por el golpe que ésta le da en la cabeza con una piedra.  

6-      Contexto histórico y social:

El cuento no  presenta una ubicación histórica exacta, sin embargo, se presenta situaciones campesinas, y que actualmente se siguen viendo con mucha frecuencia hasta el nuestras capitales.

7-      Ambiente físico y sicológico:

El cuento se desarrolla en un ambiente marcado por la pobreza y la miseria de una comarca campesina, caracterizada por la sequedad de la tierra. Pero a pesar de todas estas precariedades, la gente vivía allí. Tal vez por estas miserias los hombres se tornan violentos, especialmente contra sus mujeres. La miseria no lo dejaba pensar más que en trabajar lo más que se podía la tierra para tratar de sobrevivir. Los personajes de esta narración se muestran adaptados y con cierto conformismo en medio de sus precariedades.

8-      Estructura de la trama.

El cuento presenta un orden en la narración no lineal.

9-      Modo de expresión :

Prosa narrativa.

10-  Tipo de narrador:

El punto de vista del narrador es tercera persona omnisciente.

11-  Tipo de lengua.
El tipo de lengua es activo, con expresiones con expresiones utilizando recursos literarios.

12-  Nivel de lengua.

El nivel de lengua empleado por el autor es sociocultural.

13-  Géneros literarios.

Épico-narrativo.

14-  Figuras literarias.

Entre los recursos estilísticos empleados por el autor están: descripción, metáforas, reduplicación, hipérbole.

·         Metáfora: “la carretera está muerta, nada ni nadie la resucitará”, “el niño era de bronce”. 
·         Hipérbole: “larga, infinitamente larga la carretera”.
·         Reduplicación: “candente al rojo, un rojo que se hizo…”, “¡Hija de mala madre! ¡Hija de mala madre!”
·         Descripción: “…a los lados hay arbustos espinosos…pero las planicies están peladas”. “Pajonales a distancia y aves rapaces, cactos”.
·         Comparación: “La mujer se veía, primero, como un punto negro, después, como una piedra…”
·         Entre otras.

15-  Valores positivos y negativos contenidos en el texto:

En este cuento de Juan Bosch saltan a la vista dos valores principales: la caridad del ser humano, que se identifica con el dolor del otro, al extremo de exponer su propia vida. Se presentan, además, algunos antivalores como ingratitud de la mujer para con quien la está defendiendo de la violencia de su marido.

También se manifiesta la insensibilidad y la falta de consciencia del marido de la mujer, quien arremete contra la misma sin antes averiguar lo que ha sucedido. Hay otros  valores negativos como la agresividad, la indolencia de la mujer, la desesperación del niño, entre otros.

16-  Vocabulario:

CACTUS: especie de arbusto espinoso, propio de terrenos áridos.
CRISPADA: temblorosa.
ENGARFIADO: que tiene forma de garfio, que es un gancho para asir algo.
ESTOPA: especie de hierba que arde con facilidad.
FAUCES: bocas, tragaderos.
FRENETICO: lleno de ira.
PUGNANDO: actitud beligerante por hacer algo.

17-  Opinión crítica:

La mujer es una obra de un gran contenido social, porque retrata una situación de la miseria propia de las regiones más pobres de nuestro país.

Puedo opinar que los valores que más resaltan en este cuento de Juan Bosch están la fidelidad incondicional de la mujer a su marido, que a pesar del maltrato, lo defiende. Otro valor es el sacrificio de lo que es capaz esta mujer, que además de la miseria, soportaba la violencia de su marido. Como valor negativo está la ingratitud de parte de la mujer, pues arremete contra Quico, quien la defendía para que su marido no la matara. En cuanto a la validez del mensaje, es importante este drama para despertar consciencia en nuestras comunidades que hoy están azotadas por la violencia intrafamiliar. La similitud con relación a nuestra realidad social, se presenta esta situación hoy con tanta frecuencia que es alarmante la violencia que se ejerce contra la mujer especialmente, donde muchas caen asesinadas por su marido, ocurriendo esto a nivel nacional y en todos los niveles de la sociedad, especialmente en los más deprimidos económicamente.

En lo internacional ocurre también en los países latinoamericanos caracterizados por el subdesarrollo y la miseria arrastrada desde siglos.

En lo personal me ha tocado ser testigo en algunos casos de violencia doméstica, pero gracias a Dios no he tenido ni quiero tener la experiencia de vivir situaciones parecidas.

18-  Bibliografía:

·         Bosch, Juan.  La Mujer (de la obra “Cuentos escritos en el exilio”).  1ra. edición 1974.  Editorial Alfa y Omega.  Santo Domingo, Rep. Dominicana.

·         Diccionario Espasa.  Tomo V.  Editorial Zamora.  1999.  Barcelona, España.