domingo, 16 de noviembre de 2014

Modalidades discursivas orales: sus múltiples explicaciones

“La noble conversación es hija del discurso, madre del saber, desahogo del alma, comercio de los corazones, vínculo de la amistad, pasto del contento y ocupación de personas”
Baltasar Gracián

          Modalidades discursivas es un concepto que extrañamente se le ha dado diferentes definiciones y tratamientos, lo que ha provocado muchas confusiones y malas utilizaciones por parte de profesores y estudiantes. Entre otros nombres se les ha llamado: actos de habla, secuencias textuales, tipos de textos, modos de organización del discurso y estrategias discursivas.  A pesar de todo, muchos las utilizan en la vida práctica, en diferentes ámbitos, sin estresarse pensando en su definición ideal.

          La facultad que tenemos los seres humanos, el lenguaje, se concreta o se ponen en funcionamiento a través de dos medios principales que todos conocemos: la oralidad y la escritura. Cada una de ellas tiene sus diferencias, sin embargo, en ocasiones se coayudan en momentos de producir discursos.

Según Casalmiglia y Tusón (2001), las características de la oralidad, entre otras, son las siguientes: se adquiere informalmente, en el ambiente familiar, se desarrolla conforme a las necesidades, no requiere sistematicidad, alternancia de turnos, es natural, aunque no siempre, su función básica son las relaciones sociales, cumple funciones estéticas y lúdicas, puede adquirir diferentes grados de formalidad, aunque se formal, en ocasiones surge la improvisación y genera conversación, permite la comunicación entre miradas, gestos, bostezos, aplausos... En fin, entendemos la conversación espontánea como la forma primera, primaria y universal de realización de la oralidad; como la forma más característica en que las personas se relacionan y llevan a cabo sus actividades cotidianas como seres sociales; como una forma de acción social; como protogénero o prototipo del que derivan todas las demás formas de realización discursiva.

          La modalidad oral se puede desarrollar de formas informales hasta altos grados de formalidad. Informales serían: los saludos, excusas, elogios / halagos, peticiones, ofrecimientos…Formales serían: conferencia, juicio, debate, asamblea, servicio religioso…

          También, los canales utilizados para almacenar la voz y hacerla llegar a las masas son distintas a la escritura: teléfono, radio, televisión, grabadora, CD, reproductores multimedia, celulares y otros más aparados de los que la tecnología moderna ha puesto a disposición.

Otras prácticas discursivas orales relacionadas con diferentes ámbitos son las siguientes:
Ámbito
Administrativo
Jurídico
Religioso
Político
Periodístico
Literario
Científico
Medico
Académico
Instituciones y organizaciones
Publicitario
Vida cotidiana
Practicas discursivas
Interacciones en las ventanillas
Interrogatorios, juicios
Sermones, confesión, oraciones
Mítines, debates, congresos
Reportajes, entrevistas, noticiarios
Teatro, canciones, cuentos
Comunicación, ponencia, conferencia
Visita médica, reunión clínica
Exámenes orales, defensa de tesis
Reuniones, cursos de formación
Eslóganes, anuncios
Conversaciones, entrevistas


Esto se parece al planteamiento de Batjín (1998), quien dice que “las diversas esferas de la actividad humana están todas relacionadas con el uso de la lengua. Por eso está claro que el carácter y las formas de su uso son tan multiformes como las esferas de la actividad humana, lo cual, desde luego, en nada contradice a la unidad nacional de la lengua”. Esto, aunque el le llama a muchas de estas clasificaciones: “géneros discursivos”.
Por otro lado, se le llama modalidades discursivas a estos conceptos: narración, descripción, argumentación, instrucción y exposición. Algunos autores, citados por Casalmiglia y Tusón (2001), les tienen otros nombres: “Secuencias textuales o tipos de textos” (Adam); “modos de organización del discurso” (Charaudeau). El criterio de selección de estos tipos de texto tiene que ver con la finalidad del texto en cada caso concreto. Así, por ejemplo: Narrativo, si su finalidad es informar sobre acciones o hechos reales o imaginarios. Descriptivo, si su finalidad es dar detalles de cómo son las personas, animales y objetos. Argumentativo, si su finalidad es defender y/o rebatir opiniones e ideas para convencer y persuadir. Expositivo, si su finalidad es informar con el fin de hacer entender algo a alguien (una idea, un concepto, un hecho...) con una intención didáctica. Instructivo, si su finalidad es que el receptor aprenda a hacer una cosa. Si un texto cumple varias finalidades, a la hora de clasificarlo en un tipo específico, se elige la finalidad dominante.

          Bartolo García (2014), agrega a este listado “la enumeración” y agrega: “La enumeración se diferencia de la narración en que en esta última transcurre el tiempo y en que hay personajes que desarrollan acciones; mientras que mediante la primera se podría enumerar acciones sin que transcurra el tiempo. Se diferencia de la descripción en que en esta se caracterizan (o desglosan los rasgos de) personas, animales o cosa; mientras que la enumeración distribuye las personas, los animales o las cosas. De ahí, que en la narración, la categoría léxica más importante sea el verbo conjugado; en la descripción, el adjetivo; y en la enumeración el sustantivo”.

          Asumo definitivamente, una combinación de estas posturas, pues ambas mantienen muchas relaciones con los ámbitos y las prácticas discursivas ya conocidas. Además, resulta innovador y aceptable el término “estrategias discursivas”, junto a la inclusión del concepto enumeración del Dr. García Molina.


Bibliografía
Ø  Batjin, Mijaíl (1998). Estética de la creación verbal. Octava edición. Rusia: Siglo XXI Ediciones.
Ø  García Molina, Bartolo (2014). El discurso: categorías y estrategias. 1ra. Edición. Santo Domingo, R.D.: Editorial Surco.
Ø  Calsamiglia, Helena; Tusón, Amparo (2001). Las cosas del decir. 1ra. Edición. España: Editorial Ariel, S.A.


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