domingo, 23 de noviembre de 2014

La adquisición de la competencia escrita: una necesidad fundamental

La adquisición de la competencia escrita: 
una necesidad fundamental

“Nada como el contacto físico y visual con la página impresa, con el olor a tinta,
con el delicioso placer de los ojos, paseándose por las letras que conforman
palabras, pensamientos, sentimientos y sensaciones. El libro es
el verdadero y legítimo hogar de la palabra escrita... ” (Omar Mesones)

Para el desarrollo del ser humano está pautado, básicamente por los centros educativos, el desarrollo de la competencia comunicativa, que incluye, aparte de la competencia oral, la competencia de la escritura,  que es fundamental para el desarrollo académico y personal. Pues, aunque la oralidad es lo más común, la escritura es un modo de registrar la producción de nuestras ideas lo que permitirá que en los próximos días o años podamos hacer una re-construcción de esos conocimientos. Lamentablemente, a veces en el proceso ocurren algunos trastornos, como: las afasias, el retraso lector, las disgrafías, la distografía y la dislexia.

En las Bases de Revisión y Actualización Curricular (2013) dice que la competencia comunicativa  implica el dominio progresivo de las características y condiciones de distintas situaciones de comunicación: intenciones comunicativas, roles asumidos por los y las participantes y características del contexto en el que se produce la comunicación. Asimismo, es necesario el reconocimiento y utilización estratégica de los diversos tipos de texto orales y escritos en la comprensión y producción.

Varios autores han hecho sus aportes sobre la habilidad de la escritura. Crystal, 1987; Garman, 1990; Simpson, 1985; citados por Berko (1999), sostienen que todas las culturas humanas poseen lenguajes orales o de signos (o ambos). Sin embargo, no todos los lenguajes incluyen un sistema de escritura asociada,  y es evidente que la escritura es un desarrollo mucho más reciente que el habla en la historia de los seres humanos. 

Según Luria, citado por González Nieto,  “El lenguaje escrito es el instrumento esencial para los procesos de pensamiento incluyendo, por una parte operaciones conscientes con categorías verbales, (...) permitiendo por otra parte volver a lo ya escrito, garantiza el control consciente sobre las operaciones que se realizan. Todo esto hace del lenguaje escrito un poderoso instrumento para precisar y elaborar el proceso de pensamiento”.

Para Vigostsky, citado por González Nieto,  “El lenguaje escrito requiere trabajo consciente, puesto que su relación con el lenguaje interiorizado es distinto de la del lenguaje oral. Hasta se podría decir que la sintaxis del lenguaje interiorizado es exactamente lo opuesto de la sintaxis del lenguaje escrito…”

Según Casalmiglia y Tusón (2001), la característica más importante de la adquisición de la competencia escrita es que está sometida a un aprendizaje institucionalizado, que tiene lugar en centros de instrucción y de educación. A pesar de que la lengua escrita está presente en el entorno cotidiano, el aprendizaje del código exige un adiestramiento y una preparación específica. La alfabetización es la condición básica, el billete de entrada para el acceso a la cultura escrita, que, en el mundo occidental, forma el depósito de los conocimientos. La capacidad de leer —en el sentido de comprender, contextualizar, interpretar textos elaborados, y la capacidad de escribir para dar cuenta de la adquisición de estos conocimientos se ha convertido en el eje fundamental de la instrucción. A lo largo de todos los ciclos de la enseñanza se hace necesario para quien estudia progresar en la conciencia lingüística y la descontextualización que se requiere para leer y comprender explicaciones cada vez más abstractas, especializadas y complejas. Todo el currículo educativo se basa en aprender a operar con sistemas de representación de la realidad, principalmente escritos.

Entre otras, la escritura, diferente a la oralidad, tiene estas características: se adquiere mediante procesos sistemáticos, se desarrolla  gradualmente, la alfabetización es la condición básica, en el ámbito laboral se generan actividades escritas con valor funcional, basado en un proceso normativo, la estructura formal depende de la intención y permite la producción y re-construcción del conocimiento.
En definitiva, lo más importante es enfocarse en asumir el compromiso de desarrollar en nuestros estudiantes y en uno mismo la competencia de la escritura. Para esto aquí presento algunas recomendaciones citadas por Casalmiglia: Dedicar tiempo a pensar antes de empezar a redactar, buscar formas de expresión alternativas para expresar la misma idea si no nos satisface, tener en cuenta todo el texto al redactar cada fragmento, ser flexibles para modificar el plan inicial y la estructura prevista.

Para escribir bien: leer mucho, tomar conciencia de la audiencia que leerá el escrito, planificar los objetivos del texto, releer los fragmentos escritos para cuidar la cohesión, utilizar estrategias de apoyo: consultas sobre saber enciclopédico, diccionarios, gramáticas, otras personas.

Finalmente, algunas sugerencias para escribir mejor: póngase cómodo y prepárese para estar solo, reescriba, no copie a nadie, concretice, humanice, metaforice, escriba por partes,  revise primero lo primero y después el estilo y después la presentación del escrito, guíe al lector,  repita palabras, si hace falta, no se enamore de las palabras, y menos de las difíciles, varíe los patrones oracionales, cincele sus párrafos, sea buen lector de sí mismo.


Bibliografía

Ø  Calsamiglia, Helena; Tusón, Amparo (2001). Las cosas del decir. España: Editorial Ariel, S.A.
Ø  González Nieto, Luís (2001). Teoría Lingüística y Enseñanza de la Lengua. Madrid, España.

Ø  República Dominicana. Ministerio de Educación. Revisión y Actualización Curricular (2013). Santo Domingo, D.N.

domingo, 16 de noviembre de 2014

Modalidades discursivas orales: sus múltiples explicaciones

“La noble conversación es hija del discurso, madre del saber, desahogo del alma, comercio de los corazones, vínculo de la amistad, pasto del contento y ocupación de personas”
Baltasar Gracián

          Modalidades discursivas es un concepto que extrañamente se le ha dado diferentes definiciones y tratamientos, lo que ha provocado muchas confusiones y malas utilizaciones por parte de profesores y estudiantes. Entre otros nombres se les ha llamado: actos de habla, secuencias textuales, tipos de textos, modos de organización del discurso y estrategias discursivas.  A pesar de todo, muchos las utilizan en la vida práctica, en diferentes ámbitos, sin estresarse pensando en su definición ideal.

          La facultad que tenemos los seres humanos, el lenguaje, se concreta o se ponen en funcionamiento a través de dos medios principales que todos conocemos: la oralidad y la escritura. Cada una de ellas tiene sus diferencias, sin embargo, en ocasiones se coayudan en momentos de producir discursos.

Según Casalmiglia y Tusón (2001), las características de la oralidad, entre otras, son las siguientes: se adquiere informalmente, en el ambiente familiar, se desarrolla conforme a las necesidades, no requiere sistematicidad, alternancia de turnos, es natural, aunque no siempre, su función básica son las relaciones sociales, cumple funciones estéticas y lúdicas, puede adquirir diferentes grados de formalidad, aunque se formal, en ocasiones surge la improvisación y genera conversación, permite la comunicación entre miradas, gestos, bostezos, aplausos... En fin, entendemos la conversación espontánea como la forma primera, primaria y universal de realización de la oralidad; como la forma más característica en que las personas se relacionan y llevan a cabo sus actividades cotidianas como seres sociales; como una forma de acción social; como protogénero o prototipo del que derivan todas las demás formas de realización discursiva.

          La modalidad oral se puede desarrollar de formas informales hasta altos grados de formalidad. Informales serían: los saludos, excusas, elogios / halagos, peticiones, ofrecimientos…Formales serían: conferencia, juicio, debate, asamblea, servicio religioso…

          También, los canales utilizados para almacenar la voz y hacerla llegar a las masas son distintas a la escritura: teléfono, radio, televisión, grabadora, CD, reproductores multimedia, celulares y otros más aparados de los que la tecnología moderna ha puesto a disposición.

Otras prácticas discursivas orales relacionadas con diferentes ámbitos son las siguientes:
Ámbito
Administrativo
Jurídico
Religioso
Político
Periodístico
Literario
Científico
Medico
Académico
Instituciones y organizaciones
Publicitario
Vida cotidiana
Practicas discursivas
Interacciones en las ventanillas
Interrogatorios, juicios
Sermones, confesión, oraciones
Mítines, debates, congresos
Reportajes, entrevistas, noticiarios
Teatro, canciones, cuentos
Comunicación, ponencia, conferencia
Visita médica, reunión clínica
Exámenes orales, defensa de tesis
Reuniones, cursos de formación
Eslóganes, anuncios
Conversaciones, entrevistas


Esto se parece al planteamiento de Batjín (1998), quien dice que “las diversas esferas de la actividad humana están todas relacionadas con el uso de la lengua. Por eso está claro que el carácter y las formas de su uso son tan multiformes como las esferas de la actividad humana, lo cual, desde luego, en nada contradice a la unidad nacional de la lengua”. Esto, aunque el le llama a muchas de estas clasificaciones: “géneros discursivos”.
Por otro lado, se le llama modalidades discursivas a estos conceptos: narración, descripción, argumentación, instrucción y exposición. Algunos autores, citados por Casalmiglia y Tusón (2001), les tienen otros nombres: “Secuencias textuales o tipos de textos” (Adam); “modos de organización del discurso” (Charaudeau). El criterio de selección de estos tipos de texto tiene que ver con la finalidad del texto en cada caso concreto. Así, por ejemplo: Narrativo, si su finalidad es informar sobre acciones o hechos reales o imaginarios. Descriptivo, si su finalidad es dar detalles de cómo son las personas, animales y objetos. Argumentativo, si su finalidad es defender y/o rebatir opiniones e ideas para convencer y persuadir. Expositivo, si su finalidad es informar con el fin de hacer entender algo a alguien (una idea, un concepto, un hecho...) con una intención didáctica. Instructivo, si su finalidad es que el receptor aprenda a hacer una cosa. Si un texto cumple varias finalidades, a la hora de clasificarlo en un tipo específico, se elige la finalidad dominante.

          Bartolo García (2014), agrega a este listado “la enumeración” y agrega: “La enumeración se diferencia de la narración en que en esta última transcurre el tiempo y en que hay personajes que desarrollan acciones; mientras que mediante la primera se podría enumerar acciones sin que transcurra el tiempo. Se diferencia de la descripción en que en esta se caracterizan (o desglosan los rasgos de) personas, animales o cosa; mientras que la enumeración distribuye las personas, los animales o las cosas. De ahí, que en la narración, la categoría léxica más importante sea el verbo conjugado; en la descripción, el adjetivo; y en la enumeración el sustantivo”.

          Asumo definitivamente, una combinación de estas posturas, pues ambas mantienen muchas relaciones con los ámbitos y las prácticas discursivas ya conocidas. Además, resulta innovador y aceptable el término “estrategias discursivas”, junto a la inclusión del concepto enumeración del Dr. García Molina.


Bibliografía
Ø  Batjin, Mijaíl (1998). Estética de la creación verbal. Octava edición. Rusia: Siglo XXI Ediciones.
Ø  García Molina, Bartolo (2014). El discurso: categorías y estrategias. 1ra. Edición. Santo Domingo, R.D.: Editorial Surco.
Ø  Calsamiglia, Helena; Tusón, Amparo (2001). Las cosas del decir. 1ra. Edición. España: Editorial Ariel, S.A.