De niño, en
los años cincuenta, mis profesoras de castellano –así, y no español, se denominaba la materia en esa época–
dedicaban por lo menos una lección todos los años a enseñarnos o a repasar los
acentos diacríticos, que son aquellos en que se utiliza la tilde para distinguir significados en pares de palabras,
tales como sí-si, sé-se, mí-mi, sólo-solo, éste-este, ése-ese, aquél-aquel.
Respecto de los últimos cuatro pares citados, cada año nos remachaban las
reglas siguientes:
– Sólo-Solo
No se le pone tilde a solo cuando se usa en función de adjetivo con el
significado de único o sin compañía,
como en la oración: El hombre está solo.
Sí se le
pone tilde a sólo cuando se utiliza como adverbio sinónimo de únicamente o
solamente: Sólo los niños obedientes van al cielo.
–
Éste-Este, Ése-Ese, Aquél-Aquel y sus variantes femeninas y plurales
No
llevan tilde si se usan como adjetivos
demostrativos: Esta casa es bonita.
Se escriben
con tilde si se emplean como pronombres demostrativos: De todas las profesoras,
ésa es la que mejor explica la clase.
–
Eso-esto-aquello
A las
formas neutras –eso, esto, aquello– no se les pone acento gráfico porque
solamente funcionan como pronombres, nunca como adjetivos, y por consiguiente
no hay posibilidad de confusión.
Pasaron
muchos años antes de que me enterara de que mis queridas profesoras de primaria
del Colegio San Vicente de Paúl de San Francisco de Macorís no estaban del todo
al día en sus enseñanzas, al igual que la gran mayoría del mundo
hispanohablante y los programas informáticos como Word, WordPerfect, etc., que
aún a la fecha de hoy no se han dado cuenta de que las reglas cambiaron hace
mucho tiempo.
En efecto,
el Segundo Congreso de Academias de la Lengua Española, celebrado entre el 22
de abril y el 2 de mayo de 1956 en Madrid, actuando en interés de simplificar
la ortografía, resolvió que la palabra solo únicamente se escribe con tilde
cuando hay riesgo de anfibología, es
decir, en caso de que se pueda entender el texto con dos significados
distintos; y que los pronombres este, eso y
aquel, con sus femeninos y plurales, llevan tilde, pero podrán
escribirse sin ella cuando no haya peligro de anfibología. Luego, la Academia modificó de nuevo la
regla respecto de estos tres pronombres,
de manera que, en la actualidad, solo
llevan tilde cuando hay riesgo de confusión. Así se ha hecho constar en la
Ortografía de la Lengua Española de la Real Academia Española, en el Diccionario de la Real
Academia Española y en el Diccionario
prehispánico de dudas. Esto significa
que en la práctica ni el vocablo solo ni los pronombres o adjetivos este, ese y
aquel, con sus femeninos y plurales, llevan tilde, salvo rarísimas excepciones
(ejemplo: El hombre solo come, el hombre sólo come).
Empero, a
pesar del cambio normativo, el público sigue marcando el acento gráfico sobre
sólo y sobre los pronombres éste, ésta y aquél y sus variantes. También lo marcan a veces incorrectamente
sobre este, esta y aquel en función de adjetivos, como lo hacen nuestros
juzgados cuando emplean frases como éste Tribunal, ésta Corte, etc. Todo esto
sin necesidad, puesto que las academias de la lengua, cumpliendo con su función
de unificar y simplificar el idioma, han suprimido las viejas reglas que mis
profesoras de antaño con tanto amor y eficacia me inculcaron.
A propósito
del Segundo Congreso de Academias de la Lengua Española del año 1956, hay otros
dos datos interesantes que vale la pena mencionar. El primero es que en ese
mismo Congreso se decidió igualmente no acentuar los monosílabos vió, fuí y
fué, que a partir de entonces se escriben vio, fui y fue. El segundo, que el
representante de la Academia Dominicana de la Lengua ante el Congreso fue el
ilustre abogado y académico santiaguero Lic. Rafael F. Bonelly, quien unos años
más tarde ocuparía la Presidencia de la
República durante la segunda etapa del Consejo de Estado (1962-1963).
© 2010
Fabio J. Guzmán Ariza
Académico
de la Academia Dominicana de la Lengua
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