La adquisición de la competencia escrita:
una
necesidad fundamental
“Nada como el contacto
físico y visual con la página impresa, con el olor a tinta,
con el delicioso placer
de los ojos, paseándose por las letras que conforman
palabras, pensamientos,
sentimientos y sensaciones. El libro es
el verdadero y legítimo
hogar de la palabra escrita... ” (Omar Mesones)
Para el desarrollo del ser humano está pautado, básicamente por los
centros educativos, el desarrollo de la competencia comunicativa, que incluye,
aparte de la competencia oral, la competencia de la escritura, que es fundamental para el desarrollo
académico y personal. Pues, aunque la oralidad es lo más común, la escritura es
un modo de registrar la producción de nuestras ideas lo que permitirá que en
los próximos días o años podamos hacer una re-construcción de esos
conocimientos. Lamentablemente, a veces en el proceso ocurren algunos trastornos,
como: las afasias, el retraso lector, las disgrafías, la distografía y la
dislexia.
En las Bases de Revisión y Actualización Curricular (2013) dice que la
competencia comunicativa implica el
dominio progresivo de las características y condiciones de distintas
situaciones de comunicación: intenciones comunicativas, roles asumidos por los
y las participantes y características del contexto en el que se produce la
comunicación. Asimismo, es necesario el reconocimiento y utilización
estratégica de los diversos tipos de texto orales y escritos en la comprensión
y producción.
Varios autores han hecho sus aportes sobre la habilidad de la escritura. Crystal,
1987; Garman, 1990; Simpson, 1985; citados por Berko (1999), sostienen que
todas las culturas humanas poseen lenguajes orales o de signos (o ambos). Sin
embargo, no todos los lenguajes incluyen un sistema de escritura asociada, y es evidente que la escritura es un
desarrollo mucho más reciente que el habla en la historia de los seres
humanos.
Según Luria, citado por González Nieto,
“El lenguaje escrito es el instrumento esencial para los procesos de
pensamiento incluyendo, por una parte operaciones conscientes con categorías
verbales, (...) permitiendo por otra parte volver a lo ya escrito, garantiza el
control consciente sobre las operaciones que se realizan. Todo esto hace del
lenguaje escrito un poderoso instrumento para precisar y elaborar el proceso de
pensamiento”.
Para Vigostsky, citado por González Nieto, “El lenguaje escrito requiere trabajo consciente,
puesto que su relación con el lenguaje interiorizado es distinto de la del
lenguaje oral. Hasta se podría decir que la sintaxis del lenguaje interiorizado
es exactamente lo opuesto de la sintaxis del lenguaje escrito…”
Según Casalmiglia y Tusón (2001), la
característica más importante de la adquisición de la competencia escrita es
que está sometida a un aprendizaje institucionalizado, que tiene lugar en
centros de instrucción y de educación. A pesar de que la lengua escrita está
presente en el entorno cotidiano, el aprendizaje del código exige un
adiestramiento y una preparación específica. La alfabetización es la condición
básica, el billete de entrada para el acceso a la cultura escrita, que, en el
mundo occidental, forma el depósito de los conocimientos. La capacidad de leer
—en el sentido de comprender, contextualizar, interpretar textos elaborados, y
la capacidad de escribir para dar cuenta de la adquisición de estos
conocimientos se ha convertido en el eje fundamental de la instrucción. A lo
largo de todos los ciclos de la enseñanza se hace necesario para quien estudia
progresar en la conciencia lingüística y la descontextualización que se
requiere para leer y comprender explicaciones cada vez más abstractas,
especializadas y complejas. Todo el currículo educativo se basa en aprender a
operar con sistemas de representación de la realidad, principalmente escritos.
Entre otras, la escritura, diferente a la oralidad, tiene estas
características: se adquiere mediante procesos sistemáticos, se desarrolla gradualmente, la alfabetización es
la condición básica, en el ámbito laboral se generan actividades escritas
con valor funcional, basado en un proceso normativo, la estructura formal
depende de la intención y permite la producción y re-construcción del
conocimiento.
En definitiva, lo más importante es enfocarse en asumir el compromiso de
desarrollar en nuestros estudiantes y en uno mismo la competencia de la
escritura. Para esto aquí presento algunas recomendaciones citadas por
Casalmiglia: Dedicar tiempo a pensar antes de empezar a redactar, buscar formas
de expresión alternativas para expresar la misma idea si no nos satisface, tener
en cuenta todo el texto al redactar cada fragmento, ser flexibles para
modificar el plan inicial y la estructura prevista.
Para escribir bien: leer mucho, tomar conciencia de la audiencia que
leerá el escrito, planificar los objetivos del texto, releer los fragmentos
escritos para cuidar la cohesión, utilizar estrategias de apoyo: consultas
sobre saber enciclopédico, diccionarios, gramáticas, otras personas.
Finalmente, algunas sugerencias para escribir mejor: póngase cómodo y
prepárese para estar solo, reescriba, no copie a nadie, concretice, humanice,
metaforice, escriba por partes, revise
primero lo primero y después el estilo y después la presentación del escrito, guíe
al lector, repita palabras, si hace
falta, no se enamore de las palabras, y menos de las difíciles, varíe los
patrones oracionales, cincele sus párrafos, sea buen lector de sí mismo.
Bibliografía
Ø
Calsamiglia, Helena; Tusón, Amparo (2001). Las cosas del decir. España: Editorial
Ariel, S.A.
Ø
González Nieto, Luís (2001). Teoría Lingüística y Enseñanza de la Lengua.
Madrid, España.
Ø
República Dominicana. Ministerio de Educación. Revisión y Actualización Curricular (2013).
Santo Domingo, D.N.
No hay comentarios:
Publicar un comentario