“En las muchas palabras no falta el pecado;
mas el que refrena sus labios es prudente”
(Prov.10:19, Santa Biblia)
El
concepto de acto de habla ha sido una gran aportación de la filosofía del lenguaje
al estudio de los procesos de comunicación que está tomando mayor importancia con
el actual giro dialógico de las sociedades y las propias ciencias sociales.
La
teoría de Austin trasciende las funciones tradicionales de la lengua: la teoría
de los actos de habla. Él inició con los llamados actos performativos
(realizativos o ejecutivos). Austin observó que hay verbos, como: bautizar,
prometer, declarar, jurar, etc., y enunciados en los cuales la lengua cumplen
una función ejecutiva. O sea, que la acción o el efecto se cumple por el hecho
de producir el enunciado.
La teoría de los actos de habla
plantea que al emitir un enunciado se producen tres actos:
1.
Acto
locutivo: Es el acto físico de producir una emisión que es
literal.
2. Acto
ilocutivo: El acto que se realiza por medio de la emisión del
enunciado (prometer, ordenar, predecir), gracias a la fuerza ilocutoria. Es la intención o propósito que tiene el emisor al expresar
la oración
3.
Acto
perlocutivo: Es lo que se consigue o realiza al proferir
un enunciado.
Según
Casalmiglia y Tusón (2001), las aportaciones de Austin y Searle proponen una
tipología de los actos de habla a los que posiblemente se pueden reducir nuestros
enunciados. Los agrupan en cinco tipos:
1. Asertivos: El hablante afirma o niega algo con diferentes grados de certeza. Se
incluyen aquí actos como afirmar, describir, definir, informar y creer.
2.
Directivos: El hablante intenta conseguir que el interlocutor haga
algo (que realice una acción, que responda algo, etc.). Se incluyen aquí actos
como invitar, ordenar y preguntar.
3.
Compromisorios: Comprometer al hablante
con un futuro curso de la acción: ofrecer, prometer, jurar.
4.
Expresivos:
Expresar el estado psicológico: pedir perdón, perdonar, agradecer.
5. Declarativos:
Provocar un cambio en el mundo por medio de ellos: sentenciar, bautizar, vetar,
levantar una sesión...
Según
Bertucelli Papi (1996), en los años cincuenta y sesenta, decae la influencia de
Wittgenstein y Austin en el ámbito lingüístico. Se crea una nueva noción del
concepto «significado del hablante» que constituye el otro polo de atracción de
la pragmática, relegando a segundo plano la teoría de los actos lingüísticos.
En
1969, J. R. Searle publica Los actos lingüísticos como ensayo de
filosofía del lenguaje. En realidad, la caracterización de los actos
lingüísticos que propone es esencialmente lingüística: considera el acto
ilocutorio como la base de la comunicación lingüística y enumera las condiciones
necesarias y suficientes de realización de estos actos mediante reglas.
Searle
reelabora la tripartición austiniana del acto lingüístico (locución,
ilocución y perlocución) de modo que recupera la base «proposicional» del
significado en forma de acto lingüístico. Para conseguir esto, Searle establece
que cumplir un acto lingüístico consiste en 1) expresar palabras (morfemas,
frases) que realizan un acto expresivo;
2) atribuir a dichas palabras una predicación y una referencia que
constituyen el acto proposicional. Estos
dos actos individuales corresponden conjuntamente al acto locutorio de Austin,
cuyos componentes se subdividen de tal modo que fonética y fática confluyen en
el acto expresivo, mientras la rética se divide en acto referencial y predicación
para constituirse como acto proposicional. A los dos actos mencionados, se
añaden, como en Austin, el acto
ilocutorio (con el que se identificará el acto lingüístico) y el acto perlocutorio, aunque Searle no
analiza éste como los anteriores.
El
esquema siguiente refleja las relaciones entre la concepción del acto
lingüístico de Searle y la de Austin:
J.L. Austin
|
J.R. Searle
|
Acto
fonético
Acto
fático
|
Acto
expresivo
|
Acto
rético
|
Acto
proposicional
Acto
de referencia
Acto
de predicación
|
Acto
ilocutorio
Acto
perlocutorio
|
Acto
ilocutorio
Acto
perlocutorio
|
En
pocas palabras, Searle considera las
promesas explícitas formuladas abiertamente e ignora las implícitas o las
alusivas y metafóricas. Descarta también las promesas hipotéticas, parciales y
defectuosas; el análisis se concentra en un caso simple y claro de promesa con
el fin de poder identificar las condiciones necesarias y suficientes para que
el acto de prometer sea efectuado con acierto.
La
clasificación de los actos lingüísticos que propone Searle difiere de la de
Austin, y refleja claramente un cambio de perspectiva motivado por la tendencia
actual de enfocar desde un punto de vista gramatical la teoría de los actos
lingüísticos.
Contrariamente
a lo que pensaba Wittgenstein, los juegos lingüísticos o usos del lenguaje no
son, según Searle, ilimitados; la impresión de una falta de precisión deriva de
un especificación deficiente de criterios de identificación tipo lógica de los
diversos usos lingüísticos.
Según
Garcia Molina (2014), los actos de habla, en República Dominicana se evidencian
aún muchas distorsiones, confusiones y hasta ignorancia en torno a las
formulaciones de Austin.
Tradicionalmente
a la lengua se le ha asignado diversas funciones, unas basadas en la
comunicación: expresiva o emotiva, conativa o apelativa, cognitiva o
referencial, fática, multilinguistica y poética o estética (Karl Buhler, Roman
Jakobson, Carlisle González, etc); otras, basadas en la mente: epistémica,
instrumental, perceptiva, taxonómica, etc. (André Martinet y Emile Benveniste).
En ningunas de esas funciones, se contempla que con la lengua también se hacen
cosas, se realizan acciones, que el decir también es hacer. Ese mérito hay que
concedérselo a John C. Austin.
Además
agrega que no hay una relación directa entre estrategias y formas del discurso
utilizadas en los actos de habla. Por ejemplo, por medio de la enumeración, de
la descripción, de la narración, de la argumentación, de las preguntas, de las
aserciones, etc. se pueden conseguir los mismos macroactos de habla: persuadir,
convencer, disuadir, intimidar etc. También se podrían provocar los mismos
efectos perlocucionarios: alegría, tristeza, excitación, tranquilidad, ilusión,
placer, desagrado, etc.). Esto es posible porque al ser estrategias del discurso
(no actos de habla) pueden ser usadas para diversos actos de habla o intención
comunivativa. No es imposible reducir los actos de habla a las estrategias
discursivas macroestructurales (enumeración, descripción,narración,
argumentación, etc.), ni si quiera a los llamados verbos ilocutivos. Existen
tantos actos de habla como necesidades discursivas se les presentan a los
usuarios de la lengua.
Asumo
definitivamente la postura del Dr. García Molina, quien muestra que los actos
de habla son indefinidos, y asimismo las inferencias que se produzcan al
realizar un acto de habla dependerán absolutamente del contexto.
Bibliografía
Ø Bertucelli
Papi, Marcella (1996). ¿Qué es la
pragmática? Ediciones Paidos Ibérica, S.A. Barcelona, España.
Ø Calsamiglia,
Helena; Tusón, Amparo (2001). Las cosas
del decir. Editorial Ariel, S.A. España.
Ø García
Molina, Bartolo (2014). El discurso:
categorías y estrategias. Editorial Surco. Santo Domingo, R.D.